Hoteles en Algeciras

A menudo ignorada; otra veces, olvidada, Algeciras es —de eso, no nos cabe duda— una de las ciudades más peculiares y desconocidas del sur. Y sin embargo, a la hora de hablarte de ella, se nos ocurren muchos más adjetivos con los que definirla.  

¿Por ejemplo? Fronteriza: bañada por dos aguas, las del Mediterráneo y las del Atlántico; y abrazada por dos continentes, Europa y África. Además, este rinconcito del Campo de Gibraltar desprende cierto halo exótico —ahí va otro más— que se ha visto reflejado durante siglos tanto en su historia como en su cultura.  

Y es que Algeciras, no te vamos a engañar, no es bonita a simple vista: no te ofusques, para maravillarte con sus encantos tienes que darle tiempo. Así descubrirás que, más allá de su inmenso puerto, el segundo en volumen de tráfico de todo el Mediterráneo, esconde callejuelas rebosantes de encanto, fotogénicas plazuelas y monumentos que no debes dejar de visitar.  

Un patrimonio del que presumen los especiales —así se les llama, con cariño, a los algecireños— y que compite en atractivo con el paisaje costero de la ciudad: un auténtico paraíso para los aficionados a la geología y a la ornitología del que, tranquilo, también te vamos a hablar.  

Frente a ti, verás la Capilla de Nuestra Señora de Europa que, levantada en 1690, es el edificio más antiguo de Algeciras. También la Iglesia de Nuestra Señora de la Palma, construida con las piedras que pertenecieron a la muralla medieval que un día circundó la ciudad. 

Más arriba te toparás con el barrio de San Isidro, el más castizo de todos: mientras paseas por sus cuestas, entre casas pintadas de blanco impoluto repletas de macetas con coloridas flores, sentirás que estás en un pueblo blanco andaluz. Te contamos, además, que por encontrarse en la parte más alta de la ciudad y tener buenas vistas, sirvió de hogar a la unidad de escopeteros de Getares que protegían la zona de ataques piratas. 

Ya te lo dijimos: la ciudad más especial del Campo de Gibraltar posee también un litoral sorprendente que es en sí mismo motivo suficiente para visitarlo.  

Esto es gracias a los flysch, esas formaciones geológicas nada comunes creadas a lo largo de millones de años por los movimientos tectónicos de la tierra tan populares en el norte, pero que también están en el sur. Eso sí, ojo a las mareas: tan solo podrás contemplarlos cuando esté baja.  

Y ya que estamos aquí, ojo al dato, porque si te gusta caminar, existe una estupenda ruta de senderismo de apenas 2,5 kilómetros que une el Faro de Punta Carnero con la playa de Getares. 

Este recorrido te resultará especialmente tentador si eres un apasionado de la ornitología. ¿La razón? Gran parte de los cangrejos y camarones que habitan los flysch son un manjar para la avifauna marina y aves migratorias que, en su periplo entre Europa y África, paran aquí a reponer fuerzas. Así que, ¡no olvides los prismáticos!