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Hoteles en Cantabria
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El Balcon de la Bahia Suites By Sercotel
Si hay algo de lo que puede presumir Santander es de la belleza de su bahía, una de las más bonitas del mundo. Si hay algo de lo que puede presumir El Balcón de la Bahía Suites by Sercotel es de regalar a sus huéspedes una de las mejores vistas sobre este accidente geográfico. Eso para empezar. Para seguir, podemos decirte que El Balcón de la Bahía Suites también te sorprenderá con lo estratégico de su ubicación. Y es que sabemos que tú lo que quieres es vivir Santander, no limitarte a contemplarlo. Te lo ponemos fácil: nuestro hotel se encuentra en el Paseo Menéndez Pelayo, a medio camino entre las playas, el centro de Santander y la Península de la Magdalena.
Conéctate a nuestro wifi y consulta todos los planes que la ciudad tiene para ofrecerte. Si tienes dudas, pregunta en recepción. Nadie como la gente de Santander para darte los mejores tips de insider. Escoge lo que más se ajuste a tu idea de viaje y disfruta, que ya nos encargamos nosotros de que todo esté listo para que, a tu vuelta, te sientas como en casa. No nos resultará difícil, si tenemos en cuenta que, en nuestro Hotel Balcón de la Bahía Suites de Santander las habitaciones son todas exteriores y de dimensiones generosas, las camas están concebidas para tu descanso, la luz natural lo inunda todo y el silencio se consigue a base de estancias insonorizadas.
De lo bonita que es su decoración, de su estilo vanguardista y del toque acogedor que le dan sus colores cálidos y los detalles que lo salpican todo, ya te dejamos que te des cuenta por ti mismo. Porque sí, en El Balcón de la Bahía Suites by Sercotel somos de tener detalles. Por ejemplo, nos gusta que puedas disfrutar de un café gratis a cualquier hora del día. Siempre humeante y recién hecho.
También somos de pensar en cualquier tipo de viajero. Así que, si estás aquí por trabajo, no te preocupes: encontrarás tu espacio. Concretamente en un coqueto Business Center, perfecto para preparar las reuniones del día o para responder esos emails que siempre se quedan pendientes.
Cantabria es provincia de altas montañas; de manantiales de los que nacen ríos de tanto renombre como el Ebro; de valles de colinas verdes y redondeadas en las que pastan, impertérritas, señoras vacas; de pueblitos con el encanto de antaño y de una capital, Santander, guapa hasta decir basta.
De Santander te enamorará la belleza de su bahía, que tenga su propia península con un palacio en ella, el de la Magdalena; que su centro de arte más famoso, el Botín, sea tan futurista que parezca no tocar el suelo y, sobre todo, que, desde nuestro hotel, El Balcón de la Bahía Suites by Sercotel, lo tengas todo a mano. Lo que te decíamos: Cantabria, ¿quién da más?
En Cantabria, sentirás que puedes tocar el cielo cuando te montes en el teleférico que te lleve directamente desde Fuente Dé hasta lo alto de los Picos de Europa. Allí, en pleno Parque Nacional, entenderás de lo que es capaz Mamá Naturaleza cuando hace de las suyas.
Ahora bien, no todo es subir a lo más alto. Porque en Cantabria, si quieres, también te puedes adentrar en sus profundidades. Y es que en esta provincia, la cosa también va de cuevas, como las de El Soplao, un festival de estalactitas, estalagmitas, columnas y coladas; o las más famosas de Altamira, que suponen casi, casi, un viaje al principio de los tiempos a través de sus pinturas rupestres.
Eso sí, si lo tuyo no es dejar de ver la luz del día, quizá prefieras pasear entre montañas y colinas, adentrándote en valles de belleza tan espectacular y serena como el de Liébana o los Pasiegos, que pueden recorrerse por caminos y senderos, de pueblo en pueblo.
Mucho se habla de sus pueblos costeros y quizá, algo menos de los de interior. Sin embargo, haberlos, haylos y la prueba son localidades como Liérganes, donde querrás que te cuenten la leyenda del Hombre Pez; Potes, bien de callejuelas por las que perderse, de puentes que cruzar y de torres que admirar; o Santillana, que es del Mar solo en el nombre porque por lo demás, es del adoquín de sus calles, de la piedra de sus casas y de las coloridas flores que adornan sus balcones cuando el tiempo acompaña.
Debería ser obligatorio saberse de memoria el nombre de los pueblos que salpican la costa cántabra, como un recital de lugares en los que ser feliz que bien podría empezar por Castro Urdiales y terminar en San Vicente de la Barquera, con todos los altos en el que camino que quieras realizar.
Y sí, verás barquitas meciéndose plácidamente sobre las olas, que es lo que uno espera cuando le hablan de localidades y pueblos marineros.
Los más foodies se negarán a pasar por alto Santoña, por lo de probar sus anchoas in situ, que parece que saben más ricas. Los amantes de la arquitectura, no podrán dejar de sorprenderse cuando descubran que antes de ser tan cinematográfica, en Comillas ya dejó su impronta el mismísimo Gaudí. El edificio se llama El Capricho y no le hace falta descripción: por su modernismo lo identificarás.
En Somo, quienes busquen arena de un blanco imposible y aguas de las de disfrutar sobre una tabla, habrán encontrado su lugar en el mundo. Esta playa enamora. Tanto que no te cansarás de recorrerla y cuando te quieras dar cuenta, tendrás Santander frente a ti, al otro lado de la bahía.
Paseando habrás llegado hasta la lengua de arena que es El Puntal. Espigada, todo playa hasta donde alcance tu vista, cuando te bañes en sus aguas, lo estarás haciendo en las aguas donde comienza la belleza de la bahía de Santander. Vuelta al origen de este periplo cántabro.